Luis Cárdenas
Desde hace tiempo han sonado alertas de seguridad por el modus operandi de los mercenarios colombianos
La noche del 28 de junio estalló un coche bomba en Celaya con un saldo de varios elementos lesionados de la Guardia Nacional; otra nota roja más para el país bañado en sangre que respiramos todos los días. Sin embargo, es muy probable que el caso, ya de por sí grave, tenga un trasfondo aún más preocupante.
José Antonio Yépez Ortiz, El Marro, fue el líder del Cártel de Santa Rosa de Lima desde 2014 hasta su captura en 2020. Su relativa caída, lejos de amainar la violencia en Guanajuato, la terminó exacerbando. De esta manera, el grupo criminal se ha venido fortaleciendo, estrechando lazos con el Cártel del Golfo que, de acuerdo a información de inteligencia en mi poder, ha comenzado a contratar mercenarios colombianos para efectuar ataques estratégicos contra las policías municipales del estado.
Cuando el gobierno de López Obrador desmanteló la Policía Federal, el destino de muchos elementos terminó en gobiernos de oposición: Guanajuato es un ejemplo en donde tanto a nivel estatal como municipal operan valiosos exagentes con entrenamientos de primer nivel. Dichos elementos han mermado operaciones criminales importantes, de hecho, se les conoce como los “fedepales”, un juego de palabras entre “federales” y “municipales”.
El 20 de noviembre del año pasado, siete de estos “fedepales” se vieron inmersos en un enfrentamiento que terminó cobrando 8 vidas de narcotraficantes que operaban para el Cártel de Santa Rosa de Lima, cuando un grupo de unos 15 sicarios atacaron la comandancia de la Policía Municipal de Celaya en la comunidad de San Juan de la Vega.
El ataque inició con granadas de fragmentación; claramente los sicarios estaban altamente entrenados dada la estrategia del combate que terminó, luego de una persecución, en un domicilio de la colonia Benito Juárez, donde los agentes municipales fueron recibidos al grito de ¡Puro Marro!
Entre los muertos, se puede identificar a Jarinton Jesús Lopez Sarmiento, exmiembro de las Fuerzas Especiales de Colombia y reclutado por un grupo de mercenarios que ha combatido en Medio Oriente bajo el cobijo de empresas dedicadas a la guerra.
Otro de los colombianos abatidos, Geovanny Ferrer Estrada, quien de acuerdo a la investigación, también recibió entrenamiento paramilitar, y del que incluso pueden encontrarse imágenes en internet fuertemente armado.
Desde hace tiempo han sonado alertas en los sistemas de seguridad nacional debido al modus operandi de los mercenarios colombianos. Ingresan de manera ilegal al país vía Cancún para ser trasladados a Chiapas y de ahí a Guanajuato y otros estados donde operen exagentes de la Policía Federal.
Son hombres altamente especializados en el manejo de armas de alto poder y explosivos con una misión clara: eliminar a los fedepales.
En aquella refriega del 20 de noviembre también fue muerto José Guadalupe Villanueva, un operador del Cártel del Golfo en Guanajuato junto a otros operadores de Santa Rosa de Lima.
Hoy, los siete expolicías federales que participaron en el combate están presos, acusados por la Fiscalía de Carlos Zamarripa por “ejecución extrajudicial” y con el riesgo de terminar sus días en prisión.
Y los mercenarios que azotan Guanajuato siguen libres y expandiendo el terror.
De Colofón.- Mal y de malas, Claudia Sheinbaum se reunió con empresarios en el privado de un restaurante fifí en Nuevo León. Cuando salió, se encontró con un grupo de comensales que le gritaron: ¡Hasta luego destructores de México, haciendo más pobres con el Cacas! ¡ojalá pierdan!, ¡Viva Xóchitl!
La cara de la “favorita” ¡zas! se descompuso. Es un tanto gracioso porque en el video puede verse que antes de los buenos deseos la candidata les saludó a lo lejos con una sonrisa, de seguro pensaba que le pedirían una selfie.
Si quiere ver el video, échese un clavado a mi cuenta en Twitter @luiscardenasmx
Y ya nada más faltan ¡332 días! para la elección del 2024…